El Palacio Real de Ámsterdam fue el escenario de la última gran gala royal del año. El jueves 11, los reyes Guillermo Alejandro y Máxima, junto a la princesa Amalia, recibieron al presidente de Finlandia, Alexander Stubb, y su mujer, Suzanne Innes-Stubb, para un banquete de Estado.
Después de una ceremonia en la Plaza Dam y de algunos encuentros con empresarios, los monarcas de los Países Bajos se lucieron como anfitriones en el Salón de Estado del palacio.
Máxima lucía fabulosa con un diseño del danés Claes Iversen, un vestido que estrenó en 2023 y que fue bautizado como “Princesa Amor”: escote Bardot (recto, con los hombros descubiertos), mangas con gran volumen en los puños y su cintura marcada por un fino cinturón con un prendedor de diamantes y perlas a modo de hebilla. Aunque se trata de una pieza impactante, ese broche no fue la única joya que lució la Reina ni tampoco la más deslumbrante, porque para esa velada eligió la tiara Württemberg con diamantes antiguos y cinco perlas en forma de lágrima que data de 1838, además de un collar de perlas de cinco vueltas y pendientes y anillos haciendo juego.

La princesa Amalia, heredera del trono, brilló con un estilo igualmente poderoso. En su look se destacó el Bandeau de Diamantes, una tiara de estructura minimalista con 27 diamantes antiguos en platino que perteneció a su bisabuela, la reina Juliana, y que iluminaba su pelo suelto con ondas marcadas. También llevó pendientes de diamantes y un collar con un gran diamante central de 30 quilates que capturaba las miradas, enmarcado por el profundo escote del vestido de Jenny Packham –una de las diseñadoras favoritas de la princesa Kate de Gales–, de top bordado con pedrería y una falda evasée en capas de tul color vainilla.

El menú del banquete, servido en largas mesas imperiales decoradas con flores rojas y azules, integró la cocina neerlandesa con la nórdica, en honor a los invitados: vieiras con nueces de macadamia, consomé de faisán y un plato principal de ternera con trufas. Antes del brindis, el rey Guillermo Alejandro dio un discurso que hizo énfasis en la excelente relación entre Países Bajos y Finlandia, repasó los proyectos comunes e invitó al presidente Stubb a jugar al golf. “Se lo considera un golfista excepcionalmente hábil”, le dijo el soberano, que remató el párrafo con un chiste que hizo estallar en carcajadas a todos, especialmente a Máxima: “Espero que esté dispuesto a dejar que su oponente gane”.





