Sony Music acaba de editar el flamante material, ya disponible en las principales plataformasSony Music acaba de editar el flamante material, ya disponible en las principales plataformas

Marilina Ross: del nuevo disco impulsado por Sandra Mihanovich al día en el que Norma Aleandro la salvó de morir

2025/12/18 02:00

Todo está dispuesto en Sony Music. Una gran mesa de reuniones y un equipo de reproducción de música que se convertirá en estrella. En realidad, la celebridad de la velada será la voz de Marilina Ross, quien acaba de dar a conocer Canciones dedicadas, después de quince años de no ofrecer nuevo material de estudio. La última experiencia había sido la presentación en sociedad del DVD Por arte de magia.

“Son cinco canciones, no todas nuevas, pero sí inéditas”, explica la cantante en el encuentro a solas con LA NACION, antes de encontrarse con un grupo de amigos y periodistas cercanos a los que les ofrecerá el ágape de escuchar, en primicia, esas cinco piezas dedicadas a nombres que la han atravesado como la artista plástica Lola Mora o la actriz Norma Aleandro.

Alguna vez mostró el bellísimo y conmovedor Mis hijos naturales, disco que incluía un corte de igual nombre y que esbozaba aquello de “los hijos que de mi cuerpo faltaron…” y más adelante avanzaba con un enternecedor “dentro de mí hay canciones por parir”.

Merodeando esa idea, el nuevo material se gestó en diversas etapas de inspiración, pero se plasmó hace muy poco, “Sandra Mihanovich está detrás de todo esto; estaba un poco retraída, alejada de los micrófonos y ella fue quien me impulsó a grabar nuevamente, me insistió mucho y me organizó todo, incluso la presencia de Lito Vitale. Es mi madrina, el disco está dedicado a ella, se lo debo”, sostiene Marilina, orgullosa de la coequiper que la acompañó en la travesía.

Producción y piano del maestro Lito Vitale y con Sandra Mihanovich omnipresente en la travesía hasta el punto de acompañar con su voz en una zamba. La intimidad atraviesa el clima de Canciones dedicadas.

La artista, relevante desde su rol de actriz y cantante y cuya vida ha estado marcada por ser la protagonista de determinantes hechos políticos de la realidad nacional, ha sido siempre fiel a un estilo muy propio de decir con música. De igual modo sucede con este nuevo material ya disponible en las principales plataformas de música.

Marcela Morelo, una de las figuras invitadas a la primera

“Los temas no llegan de la nada, tienen un por qué, pero, como siempre sucede, hay que escucharlos varias veces, sino, no te queda nada”.

-Como sucede con un libro.

-Tal cual.

Dedicado

El devenir de las canciones no puede ser definido temporalmente. Los cinco temas que componen el material datan de distinto tiempo de gestación, pero el álbum completo es de una enorme poesía que acompasa el alma entrañablemente.

Cada uno de sus títulos conlleva la dedicatoria a una persona puntual, no siempre de conocimiento y reconocimiento público.

-¿Cuál es la semilla de “Norma de vida”?

-Esa canción está dedicada a Norma Aleandro, nació luego que ella anunciara el premio Oscar para su película La historia oficial.

Aquel “God bless you” dicho por la actriz, que protagonizó el film junto a Héctor Alterio y Chunchuna Villafañe, inspiró a la compositora: “Estaba en mi casa mirándolo por televisión y no podía creer la escena”.

Si bien la emoción estaba justificada en el orgullo de argentinidad, en ella se multiplicaba debido a un camino común transitado en épocas gloriosas y también en esas otras de oscuridades invocadas por la memoria: “Me vino encima toda la historia que tengo con Norma, de tantos años de trabajar juntas, prácticamente es mi hermana y así sigue siendo, hace unos días estuve con ella. Además, compartimos el exilio”.

-Aquel exilio que las unió en Madrid.

-Lo vivimos conviviendo en mi casa, mucha historia compartida. Además, Norma (Aleandro) me salvó de muchas. En la canción hablo sobre eso. Es mi agradecimiento.

-¿De qué te salvó?

-Una vez la llamé para que me viniera a visitar a París. Coincidentemente, tuve un accidente.

-¿Un accidente de qué tipo?

-Aparentemente fue un desmayo con memoria. Vi cómo me llevaban en brazos, me veía a mí, tenía conciencia. Fue como un desdoblamiento.

-Habitabas dos planos simultáneos.

-Me salí del cuerpo. No es fácil narrar esto, pero fue ella (Norma Aleandro) quien me trajo, porque me tenía agarrada de los pelos y gritándome “no te entregues María”; me trajo de vuelta.

El maestro Lito Vitale y Sandra Mihanovich, detrás del engranaje para registrar los cinco temas compuestos e interpretados por Marilina Ross

La autora María de las Mercedes Hernando le pidió que compusiera y cantase el leitmotiv de una posible serie para plataformas sobre la artista plástica Lola Mora. Nacida en Tucumán y con una obra relevante -uno de sus hitos es la Fuente Monumental Las Nereidas-, la relevancia de la escultora conmovió a Ross, quien, además, aceptó componerla como actriz en el tramo en el que se reflejaba su madurez.

“Me encantó la historia y, sobre todo, lo que Lola Mora ha podido imaginar. Cuando paraba de llover, iba a secar la escultura de Las Nereidas, para que no tuvieran frío. Más allá de eso, fue una adelantada a su tiempo, ella anunció que debajo de ciertas piedras había petróleo y ahora todos estamos dependiendo de Vaca Muerta. Ella habló, por primera vez, sobre esa posibilidad”.

El material también incluye “Quién me iba a decir a mí”, dedicado a Patricia Rincci, su pareja desde hace más de veinte años; “Nuestra zamba”, tema que cuenta con la colaboración de Sandra Mihanovich y Julia Zenko, y “A mamá”, puntapié para celebrar ese vínculo que las encontró enlazadas en sus brazos en la exhalación final de su madre.

-Te referías a Lola Mora como una mujer transgresora, vos también lo has sido a lo largo de una intensa vida.

-En realidad, he seguido mis impulsos, siempre para el lado del bien. A veces, siento que hay hilos que me llevan y me traen, siempre estoy presta a vivir lo que me toca vivir. Meto el cuerpo, me juego.

-Lo bueno y lo malo.

-Lo que sea.

Por ficción

-Siento que tu rol de cantante relegó, en alguna medida, a tu actriz. ¿Volverías a ese ámbito de la manifestación artística?

-No lo creo. Vuelvo a aquella experiencia en París y, si algo me quedó como mandato, fue la convicción de que debía decir mis cosas.

-Ya no escudada en los parlamentos ni la voz de un personaje.

-Tenía mucho para decir y lo tenía que decir, eso sentí y es lo que hice desde entonces.

Desde ya, su paso por el ecosistema de la actuación no fue en vano ni menor. Marilina Ross ha sembrado bonitas páginas y rodado materiales de profunda hondura dramática. En televisión, en 1965 protagonizó La nena, junto a Osvaldo Miranda, componiendo a la jovencita impertinente que le sacaba canas verdes a su padre y, en 1974, ya en otro tono, rodó La Raulito, uno de los hitos del cine nacional -dirigido por Lautaro Murúa-, donde encarnaba a una célebre hincha de fútbol que debía sortear el ostracismo del encierro en manicomios y cárceles.

“Me apasioné con el personaje y me costó cinco años poder filmarla, pero ahí está; tal vez sea mi mejor trabajo como actriz”.

Rodó películas esenciales como La tregua, pero fue su personificación en La Raulito la que la consagró como actriz dramática

-¿Siempre sos así de tenaz con lo que te proponés?

-Sí, el tiempo que me tomó rodar La Raulito habla de esa fe en lo que emprendo. Muchos directores me decían “no” y los productores no la querían financiar.

-Sin embargo...

-Sin embargo, hoy estamos celebrando los cincuenta años de su estreno y fue reconocida por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por su aporte al cine nacional y también lo han hecho con mi persona.

El reconocimiento del parlamento porteño resaltó el trabajo de Marilina Ross a través de este film como un modo de visibilizar la identidad de género, la marginalidad y la resistencia social en torno a ese personaje real llamado María Esther Duffau, fanática de Boca Juniors y con una vida que trascendió la pantalla grande.

Emilio Alfaro y Marilina Ross en el prestigioso ciclo Cosa juzgada

En ese tiempo, Marilina Ross también formaba parte del denominado “Clan Stivel”, con David Stivel a la cabeza y en cuyo nomenclador figuraban nombres de la talla de Norma Aleandro, Federico Luppi, Bárbara Mujica y Emilio Alfaro. Lo que generaba este colectivo de trabajo, también denominado Gente de Teatro, siempre fue de excelencia y compromiso estético e ideológico.

En ese entonces, concretamente en 1973, fue una de las personalidades que acompañó a Juan Domingo Perón en el vuelo que marcó su regreso al país, “formando parte de la Juventud Peronista”.

Su propio ser

Si, a partir de aquella experiencia en París -junto a Norma Aleandro- decidió no volver a la ficción y contarse a sí misma en voz alta a través de la música. Cada uno de sus discos pueden convertirse en radiografías precisas de cada presente que le tocó atravesar.

“Todas las canciones son verdad, son trocitos de mi vida; si alguien me quiere conocer, que escuche mis canciones”.

-Más allá de plasmar tus vivencias personales, ¿cómo escogés repertorio?

-Grabo lo que me gusta, lo que me atrae. Una sola vez el sello discográfico me sugirió un tema y, como me conmovió tanto, lo hice.

Aquella canción fue “Eugenio Salvador Dalí”, que pertenece al disco Conectándome, editado en la segunda mitad de la década del ochenta.

-Casi todo tu repertorio es atemporal, puede leerse más allá del contexto en el que las canciones fueron gestadas.

-Son pedazos de mi vida. Algunas personas toman fotografías o filman videos, yo hago canciones. “Puerto Pollensa” fue un trozo de mi vida que no pensaba que fuera una canción a mostrar, más allá de la persona indicada.

-Tenía una finalidad que fue trascendida públicamente. Nos hubiésemos perdido una poesía bellísima.

-No estaba en mis planes mostrarla, pero, una vez más, apareció Sandra (Mihanovich) y me empujó a llevarla a cabo fuera de mi historia personal.

En 1984, Marilina Ross presentó el tema en el concierto en vivo de la última hora del programa Badía y Compañía (Canal 13), a cargo del recordado Juan Alberto Badía. Allí, reconoció que se trataba de su “última historia de amor” y que había sido desandada en un confín de la isla de Palma de Mallorca que le dio título a la canción.

“Y amándonos en una carretera, nos sorprendió la luz del nuevo día, como a dos jóvenes adolescentes, tu mano húmeda sobre la mía...”. No hay otra opción posible que conmoverse cada vez que la cantante entona ese poema celebratorio del amor y el encuentro de los cuerpos. Un himno posible.

-Hay mucho escrito por Marilina Ross que está guardado y no se conoce públicamente. ¿Con qué me encuentro si hurgo en tus cajones?

-Tengo una canción que dice: “Mi corazón no quiere estar más en el cajón”.

Se trata de “Mi corazón”, un texto pletórico de belleza poética. “Ese corazón dice que quiere vivir, pero, en realidad, tengo pocas canciones guardadas en el cajón, ellas mismas me piden que las saque”.

-¿Seguís componiendo?

-Cada vez me cuesta más, pero, cuando viene una idea y me pongo, me sucede como me pasó con el tema “Lola Mora”.

María Celina Parrondo, tal su verdadero nombre, nació en el barrio de Liniers. Su voz cascada es identitaria. Pero lejos de ofrecer un tono tosco, le da carnadura a su decir sin alejarla de la sensibilidad.

Se la ve espléndida. Enfundada en unos pantalones de cuero que lejos están del outfit previsible, del deber ser de una señora de su edad. “Tengo 82 años”, dice sin medias tintas y con orgullo sobre su edad y sobre la cercanía del cumpleaños 83 que acontecerá en el mes de febrero.

-¿Cómo se vive esta etapa de la vida?

-Estoy viviéndola con una dificultad que me genera la EPOC.

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) le ha limitado bastante el accionar, pero no se rinde. “Me lo he generado yo, fumando como fumaba, maldita sea la hora”, reniega y lanza un certero consejo: “A los que fuman, les recomiendo que se cuiden. Si no pueden dejar, hagan lo necesario para dejar, porque a mí, ahora, me falta el aire y no poder respirar es de las peores cosas que te pueden pasar”.

-¿Cuándo dejaste de fumar?

-Cuando tuve un infarto y me pasé quince días internada. Ahí me dije “no fumo más”, pero me descubrieron la EPOC. Todo fue simultáneo, pero me salvó la vida.

Aquella luz roja del corazón se dio en 2002. Justo a ella que hizo de la voz su decir, el oxígeno le resulta esquivo, pero no la frena.

Así como el exilio le robó poder respirar el aire de su tierra, hoy la salud la acorrala, aunque su pasión por el arte, y, sobre todo, su afición por la vida, pueden más.

Si de vida se trata, allí está, a un costado de la entrevista, Patricia Rincci, la esposa de la artista, una mujer atenta, sumamente cordial.

Marilina Ross y Patricia Rincci

Varias décadas atrás, allá por finales de los sesenta, Marilina había conformado matrimonio con el recordado actor Emilio Alfaro.

Mundo propio

-No sos de las artistas que circulan por los medios sin justificativo valedero. Por otra parte, jamás tu carrera estuvo manchada con algún escándalo. ¿Cómo ves hoy lo que podríamos llamar el “sistema del espectáculo”?

-Todo ha cambiado muchísimo, casi no hay programas de música como los que tenía Juan Alberto Badía. Solo queda alguno que otro. ¿Qué te puedo decir?

También se da espacio para pensar a viva voz el presente de buena parte del cancionero popular argentino: “La música tiene que estar comprendida entre ritmo, armonía y melodía, eso es básico para hacer música, pero ahora solo quedó el ritmo, está todo basado en eso. Respeto a quien le gusta, pero la armonía es como la salsa de una comida”.

Afable, con ganas de charlar, Marilina Ross conversó con LA NACION antes de la presentación formal de su EP

-¿Cómo imaginás el recorrido de tu nuevo disco?

-Lo pienso con mucha expectativa, me sorprende que haya gente joven que me esté siguiendo, no lo puedo creer. Siempre sentí que la gente de mi generación era la que me acompañaba. Cuando hice La nena, me veían los niños. Esos chicos crecieron y luego me vieron en Piel naranja, cuando cantaba “quereme tengo frío”; es decir que fueron creciendo junto a mi. Cuando dejé a la actriz y empecé con la música, se sumaron muchos más que se prendieron a mis canciones, pero siempre pensé que era gente de mi generación.

-No necesariamente.

-Hay chicas y chicos jovencitos que me siguen y no doy crédito, pero bienvenidos.

Marilina Ross y el querido actor Osvaldo Miranda con quien protagonizó La nena, detrás Fernando de la Rúa y Darío Lopérfido

-Abriste puertas y cabezas, en un tiempo donde la sociedad no tenía la amplitud actual. ¿Te considerás referente de varias generaciones que encontraron en vos a alguien representativo?

-Nunca lo pensé así, nunca hice algo para lograr determinada cosa. Siempre hice lo que me gustaba a mí, ya sea porque era muy feliz o porque estaba sufriendo horrores y, en ambos casos, me ponía a componer, era como mi salvación. Nunca pensé demasiado en quiénes iban a escuchar mis canciones, sino en ser fiel al contar la historia y en que me reflejara a mí.

-Para alguien que atravesó el drama del exilio, ¿cómo ves al país hoy?

-Mal, muy mal. Anoche lloré de lo triste que estaba por todo lo que está pasando. Me duele mi país. Me duele que estemos pasando por lo que estamos pasando, a todo nivel y en cualquier estrato. Me duelen los pobres, desde ya. Cada vez hay más gente en la calle y no se ve la salida, no hay puerta de salida. Eso me angustia mucho.

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