La decisión del Banco Central (BCRA) referida al criterio de modificación de los valores de la banda cambiaria a partir del 1° de enero de 2026, refleja lo que piensa el Poder Ejecutivo Nacional sobre el futuro de la tasa de inflación.
Como explicaré el domingo próximo en LA NACION, ni el Presidente de la Nación, ni su ministro de Economía parecen desesperados por reducir la tasa de inflación “como sea”, lo cual implicaría dibujar las estimaciones oficiales, prohibir las exportaciones, congelar algunos precios… o aumentar el valor superior de la banda cambiaria al 1% mensual. Así que la decisión pública fue de tasa de inflación a modificación de la banda; no al revés.
Decisión de sentido común, nada de imposición del Fondo Monetario Internacional (FMI) o cosas por el estilo. No haberlo hecho podría implicar que el Banco Central se pusiera a vender divisas porque el dólar aumenta igual que la tasa de inflación y la cotización llega al tope superior de la banda.
A propósito: el Banco Central no modificó el tipo de cambio, que sigue flotando, sino los límites de la banda. Solo Dios sabe si la medida se volverá operativa y cuándo, porque la distancia entre las cotizaciones y los extremos de la banda no se mide en pesos, sino en elasticidades de oferta y demanda.
En cuanto a las compras de dólares por parte del sector público, diferenciemos las que realiza el Tesoro, con superávit fiscal, para pagar los intereses de la deuda externa, de las que hace el Banco Central para aumentar sus reservas. Tampoco aquí habrá nada unilateral, como sería forzar la inyección no querida de pesos para darle velocidad al aumento de las reservas del Banco Central.
Cambiar el criterio para modificar los valores de la banda cambiaria me parece una idea sensata; indexar esa modificación a la evolución del aumento de los precios al consumidor, encima con dos meses de atraso, no me parece una buena idea. El rezago de dos meses tiene que ver con la disponibilidad del dato estadístico, pero, ¿atar la evolución de la banda cambiaria a un indicador lleno de vicisitudes, y encima con un rezago gigante?
Las actuales autoridades pueden anunciar, de manera creíble, que modificarán los valores de la banda en términos de inflación, pero sin darle al anuncio una precisión excesiva. Ejemplo: si en enero de 2026 los precios al consumidor aumentaran 4%, por razones circunstanciales, ¿debería la banda aumentar en la misma magnitud, en marzo? No me parece.

