Empecemos por lo básico. La raíz de la palabra "manía" proviene del griego antiguo μανία (manía), que significa "locura", "furia" u "obsesión", y llegó al español a través del latín mania; que en el idioma español se usa para describir una afición exagerada, obsesión o impulso patológico, como por ejemplo la “Trumpomania"
El presidente Donald Trump toda su vida le ha puesto su nombre a todo lo que ha tocado:
Ahora el presidente, está haciendo lo mismo pero usando su posición de enorme poder para que eso se repita en acciones e instituciones del gobierno de EE. UU.
No es una crítica al presidente de Estados Unidos, es solo una observación de fin de año. Dos días antes de la nochebuena Donald Trump llamó a una conferencia de prensa en su casa de Mar A Lago en la que estaría acompañado de Pete Hegseth, Secretario de Guerra, John Phelan, Secretario de la Marina de Guerra, y Marco Rubio Secretario de Estado. Por segunda ocasión en una semana todos especularon que sería para declararle la guerra a Venezuela. No. No, el motivo de la conferencia era otro.
La ocasión para la que el presidente convocó a la conferencia era anunciar que después de años de no fabricar barcos pesados de guerra, o “Acorazados”, como les llaman los marinos, Estados Unidos va a gastarse otro 300 o 400 mil millones de dólares en fabricar dos nuevos acorazados.
Los últimos acorazados que la Marina de Guerra descontinuó fueron el “Clase Iowa”, el USS Missouri BB-63 que fue el acorazado donde se firmó la rendición de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial.
El otro fue el USS Wisconsin BB-64, que fue el último en ser dado de baja en 1991, tras servir en la Guerra de Corea, Vietnam y la Guerra del Golfo.
Estas dos naves de Guerra legendarias marcaron el fin de una era de grandes buques de guerra. El “USS Missouri”, y el “USS Wisconsin” ,tenían unos enormes cañones capaces de lanzar a distancias de 25 kilómetros balas del tamaño de un Volkswagen, 2.700 kilos.
La última vez que el USS Wisconsin estuvo en activo fue en el sur de Kuwait y en Irak, en donde sus enormes balas de acero destruyeron instalaciones de las tropas de Saddam Hussein.
En septiembre de 1991, los acorazados fueron descontinuados porque se consideró que los portaaviones y los submarinos tenían más eficiencia estratégica de combate. Pero Trump, convenció a los militares que en la era moderna las marinas de guerra son más eficientes si tienen destructores pesados de acero en activo. Los militares estuvieron de acuerdo y los nuevos acorazados, (el plan es construir 22 en total) estarán en operación en algunos años... Y todos serán; “Clase Trump”.
Lo que significa es que tendrán que ser nuevos diseños de nuevos barcos de guerra. El propósito es que sean los más letales jamás construidos en la historia mundial.
Los barcos no se llamarán Trump, se llamarán como les quieran poner el día que los hagan zarpar por primera vez. Generalmente, les ponen el nombre de una entidad, de una ciudad o de algún estadounidense notable.
Lo que nunca cambiará será el nombre de la designación “Clase Trump”
Donald Trump se hará inmortal con este hecho, por lo menos por unos cien años más.
El general John J. Pershing, jefe de las Unidades Expedicionarias del Ejército, se ganó sus 4 estrellas en el campo de guerra. Por eso los misiles Pershing llevan su nombre.
El general Omar Nelson Bradley, fue el primer Jefe del Comando Conjunto de Estado Mayor del Pentágono, y el principal estratega de la guerra en Corea. Por eso los tanques de guerra “Bradley” llevan su nombre.
El almirante Arleigh Burke, fue el estratega naval estadounidense más importante en la segunda mitad de la Segunda Guerra Mundial. Por eso los destructores que son acorazados más ágiles y ligeros son “Clase Arleigh Burke”.
Ahora los acorazados serán “Clase Trump”, porque el presidente tiene el poder de ponerles como él quiera.
En el país y en Washington hay quien está horrorizado porque dicen que esta es una expresión de vanidad nunca vista antes en los 249 años de historia estadounidense.
Donald Trump al poner su nombre en propiedades e instituciones del gobierno rompió con las tradiciones políticas estadounidenses de toda la historia. Estas acciones plantean desafíos legales y generan comparaciones con líderes autoritarios que en la historia se han auto glorificado.
Es cierto que Trump rompió con la tradición, la cultura política estadounidense ha evitado siempre nombrar edificios o instituciones federales en honor a presidentes en ejercicio o incluso vivos.
Los honores suelen reservarse para después de que la persona haya dejado el cargo o haya fallecido. Esta tradición es para separar el servicio público de la marca personal y para evitar la apariencia de utilizar el cargo público para la glorificación privada.
La gran pregunta es si eso le importa tanto a la gente del país... Ninguno de los otros 45 presidentes se han atrevido a tanto.
Pero Trump es distinto y tanto las cuentas médicas de Trump RX como las cuentas de ahorro e inversión de los niños recién nacidos beneficiarán a millones de personas.
Pongan ustedes eso en la balanza... y al final si eso es tan positivo, ¿qué importa si llevan el nombre de Trump? Lo importante es que funcionen y hagan el bien.
Son nuevos tiempos... Se llamen Trump o no.


